Mini Candy Bar

domingo, 15 de mayo de 2011

Terrones Nocturnos

Y ésta no la conocía yo!!! Ay...que dos hermanas tan distintas, hoy lo pensaba mientras comíamos en ese INCREÍBLE paraíso que posee Miss Owl.
Por cierto, mi querida Lisa, qué bien lo pasamos!!!(gracias).


LO SIENTO, TENÍA MIEDO Y SOLO PENSABA EN QUE NO ME MATARA 

Hace ya unos cuantos años, una tarde mi hermana Beth y yo, regresábamos a casa después de dar un largo paseo por el centro, cuando decidimos entrar en el supermencado del barrio para comprar unos yogures.

Habíamos elegido cada una los suyos, cuando estábamos en la caja, esperando a que nos cobraran. Estábamos chachareando sin parar, yo medio apoyada en el chasis de la cinta mecánica de la caja, casi dando la espalda a la cajera, y Beth frente a mi. Mientras le estoy contando algo que seguramente no era nada trascendental, noto que le cambia la expresión de la cara y a la vez oigo una especie de gritos.

Abro un paréntesis para contaros que a Beth cualquier cosa que suceda a su alrededor se le refleja en la cara. Tiene un botón mágico e invisible que le hace cambiar la expresión del rostro con tanta facilidad que se le nota, al instante, que algo pasa. Es como un camaleón de los pensamientos. Como un compendio de emoticonos. Cierro paréntesis.


Bueno, pues para cuando me quise dar cuenta de lo que estaba sucediendo, ella ya me había agarrado por un brazo y me había casi arrastrado para refugiarme en un lugar seguro. Resulta que justo antes de que nos cobraran, un atracador con pistola, apuntando directamente a la cajera, le gritaba exigiéndole la recaudación. Pero Beth, rauda y veloz, pensando en "mi problemilla" me llevó a un lugar seguro.

Mi "problemilla" es que cuando estoy en una situación crítica, con estado nervioso importante, me desmayo, pierdo el conocimiento, es decir me entrego a lo que venga, sin oponer resistencia. Claro, una situación así era buena candidata para que la menda lerenda cayera desplomada ante el señor atracador. No era plan. Podría enfadarse.



El mejor refugio que pudo encontrar, en los microsegundos que tuvo para pensar, fue la pescadería del supermercado. Allí, arrodillada en el suelo, frente a frente con un abadejo fresco, me tapaba los oídos y los ojos para no ver ni oir lo que muy cerca estaba sucediendo. Os cuento.


A nuestro lado, una señora mayor que entre sollozos decía:
- ¡La culpa de esto la tiene Arzalluz!  Cosa que no  se entendía muy bien, pues ni estábamos en el País Vasco, ni comprábamos en una herrikotienda.

Y mi hermana, intentando explicar mi posición y nerviosismo le gritaba a la gente:

- ¡Es que cuando se pone nerviosa se desmaya!, ¡cuando se pone nerviosa se desmaya! , ¡se desmaya!

Lo que más recuerdo de ese momento era pensar que como siguiese gritando así, iba a venir el de la pistola un poco enfadado por el escándalo y nos iba a pegar un tiro por alborotadoras. ¡Que se callen, por favor, que se callen! -pensaba yo-.

Aunque todo debió suceder muy rápidamente, a mi se me hizo eterno.

Supimos que todo había terminado cuando vimos salir al carnicero, al reponedor y a la pescadera de la cámara frigorífica ... gritando y simulando que irían detrás del atracador... Menos lobos, Caperucita, que te has encondido en la neverita! (pienso yo ahora).

Cuando todo acabó, salimos del escondrijo, con miedo y escamas pegadas, y nos acercamos a la puerta. Nos paró un policía, que con libreta y bolígrafo nos quería hacer unas preguntas:

- ¿cómo iba vestido el sujeto?
- No se, dije yo. No lo ví.
Beth respondió casi sin pensar:
- Camiseta malva y vaqueros

- ¿Llevaba arma?
- Si si, una pistola -dijo Beth-

- ¿Pistola o revólver? inquirió el Policía
- mmmm ¿cual es la diferencia? preguntó Beth





Vamos a ver, señor policía... como quiere que dos adolescentes de bien, en los años 90 sepan diferenciar entre pistolas y revólveres: ni éramos Grissom ni estábamos en el Bronx. Qué preguntas... Beth tenía que haberle dicho algo así como que el sujeto vestía un T-shirt color anochecer en el Bósforo..

Aún recuerdo como llegaron a casa mis yogures. Podría haber patentado el yogur bebible, el que ahora está tan de moda. Tanto temblé que cuando llegamos a casa eran auténticos batidos de sabores.

Yo llegué pálida. Beth llegó indignada con la investigación policial. Mi padre nos dió una clase teórica -por supuesto- para diferenciar ambas armas. No atendí, me preparaba para el desmayo postraumático. De repente no veía, no oía. No recuerdo nada más.


Miss Owl


1 comentario:

  1. Madre mía!!eres peor que yo, está claro que lo que no te pase a ti, no me pasa ni a mi!!

    ResponderEliminar