Mini Candy Bar

domingo, 12 de junio de 2011

Terrones Nocturnos

DE CUANDO NADIE LO ESPERABA, Y MENOS, LA GAVIOTA


Reconozco que soy bastante miedica con ciertas cosas. Yo soy de las que si oye un ruido en casa y no lo identifico, nunca salgo a investigar. Es más, si estoy en la cama me tapo entera, como si mis sábanas y mantas tuvieran un componente invisibilizador, que me hiciera imperceptible ante loos enemigos. Se que no es así, pero es un acto reflejo y además me tranquiliza.




Tengo una tía que vivieo en una casa grande en el campo, un poco apartada de las demás,  y cada vez que oye ruidos extraños, o los perros ladran más de la cuenta, baja, linterna en mano y recorre la finca, para encontrar la explicación que necesita. ¡Con lo facil que es llamar a la Guardia Civil, a los Bomberos o a cualquier fuerza del orden, con gente preparada para esas situaciones..!



También reconozco que los bichos no me gustan. Las arañas me dan pánico. Por muy pequeña que sea no soy capaz de matarla, ni pasar por encima. Siempre que me encuentro cara a cara con una tengo que recurrir al auxilio de alguien que se encargue de hacerla desaparecer. Si tengo un insecticida a mano, pulverizo hasta que yo misma me mareo, cierro la puerta y procuro no entrar en esa habitación en mucho tiempo.

Hace un millón de años pasé una temporada en casa de mi tía la valiente, y todas las noches hacía la ronda por mi habitación, para descubrir todos aquellos bichejos que acechaban mi sueño. Siempre encontraba algo. Sobre todo cienpiés. Arrggg...! Que ascazo me dan, verlos caminar por el techo y pensar que la gravedad terminará por afectarles y me caerán en la cama... Se me ponen las plumas de punta con sólo pensarlo. Pues una de esas noches, tras el hallazgo rutinario de una escolopendra, llamé a gritos a la tía valiente, y vino cargada con su escopeta. Veréis. Ella es de estatura más bien recortada, es más, lo que se dice bastante bajita, y para llegar a los altos techos de las habitaciones, utiliza la escopeta poniendole una zapatilla en el cañón... así llega a cualquier rincón y puede pisotear al insecto... La verdad es que era un espectáculo verla.


Pues siguiendo con la valentía y con la familia, no puedo más que contaros la vez que  Mr. Old Owl (lo que viene siendo mi suegro), estaba en la terraza de su casa, cuando notó que algo le rondaba la cabeza. La situación era la siguiente: una tremenda gaviota intentó robarle la manzana que estaba comiendo, para lo que tuvo que acercarse mucho mucho. Cualquier persona, al notar la envergadura de semenjante pájaro, se cubre la cabeza, se agacha, se tira al suelo o incluso, del susto se lanza por el balcón. Pues no Mr. Old Owl, lo unico que se le ocurrió fue levantar su brazo, coger a la gaviota por las patas y golpearla contra el suelo.


Si, a mi también se me quedaron los ojos muy abiertos. Primero por que soy nata defensora de los animales, y me dan mucha pena cuando están heridos
 -incluso las gaviotas-; pero sobre todo por que creo que no puede haber nadie más valiente que Mr. Old Owl. Como no podía ser de otra manera, siempre le he respetado mucho, pero desde ese día pienso, que si me lo encuentro con un traje azul, una capa roja y surcando los cielos, no sería nada raro.



Miss Owl

1 comentario:

  1. Me ha encantado elapodo q le has puesto a tu suegro y además menudo puntazo de historia!

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